El Centauro Bigotudo

No existe distancia física que impida el abrazo de las almas

No Olvidemos a Novás

Published by Ariesky Castillo under on 16:30



Estimados lectores, el próximo 24 de septiembre se conmemorará el 106 aniversario del nacimiento del poeta y escritor cubano Lino Novás Calvo (Galicia, 1903- Nueva York, 1983). Hoy quiero dejarles algunos datos de su interesante trayectoria que, a pesar de ser extraordinariamente relevante, en nuestra isla ni siquiera se menciona su nombre por ninguna parte. Nació en la aldea gallega de As Grañas do Sor, Mañón, La Coruña, España. Su padre, Lorenzo Novás, perteneciente, al parecer, a una familia de cierta solvencia económica, no lo reconoció sino hasta el 2 de enero de 1909, según se hace constar en una nota adicional a su partida de nacimiento. Posiblemente hubo cierta desavenencia entre sus progenitores, razón que obligó a su madre, María Calvo Rego, costurera de oficio, a asumir sola su crianza. Adquirió los primeros conocimientos en la pequeña escuela adjunta a la parroquia de la aldea, a la vez que araba la tierra y cuidaba del ganado. Las crecientes dificultades económicas obligaron a su madre a tomar la decisión, tan socorrida en la época, de enviarlo a Cuba, donde ya residía un tío materno, en busca de nuevos horizontes. Lino siempre dio como año de su llegada a la isla el de 1912. En La Habana realizó disímiles trabajos: dependiente de fondas, mandadero, empleado de limpieza y de una fábrica de sombreros, carbonero y chofer de alquiler. Estudió inglés en una escuela nocturna y, desde entonces, se vinculó a ese idioma, que llegó a dominar a plenitud y le permitió, años más tarde, realizar magistrales traducciones de obras de la literatura de esa expresión. Quiso también ser boxeador y comenzó a entrenarse en una azotea, pero más que el deporte, la razón que lo movió a ese empeño fue la necesidad de compañía. Se sentía bastante solo y buscaba un grupo para asimilarse, hasta que en una ocación le propinaron un nocao y se retiró. En 1926 estuvo ocho meses en Nueva York bajo la condición de inmigrante ilegal. Allí desempeñó diversas labores menores y pudo perfeccionar el inglés. De regreso a La Habana continuó trabajando como chofer de alquiler. Lector insaciable y al tanto de los acontecimientos literarios de la isla, no dudó en comentar con sus compañeros taxistas la aparición de la Revista de Avance (1927-1930), principal órgano de la vanguardia artística cubana, pero pudo comprobar que "nadie la entendía", según reconoció en un artículo titulado "Mi fichero" publicado en 1931. A dicha publicación envió, bajo el seudónimo Lino María de Calvo, su poema "El camarada" y fue Jorge Mañach, uno de los editores de la publicación. Los fundadores de la publicación vanguardista lo animaron a que continuara creando y le consiguieron un empleo en la librería Minerva, situada en Obispo y Bernaza. Su trabajo allí consistía en mantener actualizado un fichero con los libros que re recibían. Mientras, continuó colaborando en Avance con poemas, breves ensayos, una corta pieza de teatro de corte vanguardista titulada "El ahogao" y, sobre todo, con reseñas a libros en la sección Letras. A la vez, entre junio y diciembre de 1930 atendió la sección Libros importantes del mes de la Revista de La Habana (1930), en la cual comentaba de manera resumida los que se recibían en la mencionada librería. Esa misma publicación le otorgó una mención a su cuento "El bejuco", en un concurso cuya convocatoria exigía el tratamiento de temas cubanos. Apareció en la revista Social en diciembre de 1931, la que, posteriormente, dio a conocer otros cuentos suyos. De esa manera, Lino Novás Calvo iba insertándose en el mundo intelectual habanero. Leía, escribía, asistía a exposiciones. 1931 Fue un año crucial en su vida. La empresa editorial que publicaba el Diario de la Marina decidió fundar el semanario gráfico Orbe (1931-1933). Su redactor jefe era José Antonio Fernández de Castro, quien estaba muy vinculado a Novás, y pudo conseguirle una plaza de corresponsal en Madrid. Llegó al puerto de La Coruña, de donde mismo había partido casi veinte años atrás, y de inmediato fue a su aldea natal a ver a la madre. El reencuentro con la tierra gallega le provocó escribir tres crónicas para la publicación que representaba: "Hombres de mar y mujeres de orilla. Instantáneas gallegas"; "Por la aldea de Galicia" y "Las escuelas", que se publicaron en números correspondientes a agosto de 1931. Como los envíos monetarios de Orbe no eran suficientes, realizó varias traducciones del inglés al español de obras de Aldous Huxley (Contrapunto), de William Faulkner (Santuario), autor que gracias a esta traducción, reimpresa en múltiples ocasiones, se pudo conocer en español por vez primera, y otros autores más. A la vez, sus colaboraciones se hicieron más frecuentes en Revista de Occidente, tanto con cuentos como con reseñas a libros, al punto de convertirse en el escritor latinoamericano más representado en esa importante publicación durante su primera etapa (1926-1936). Al cesar Orbe en 1933 su situación económica se hizo casi insostenible, por lo que debió traducir diversos tipos de materiales que le entregaban, algunos de los cuales no se publicaron con su crédito como traductor. Fue entonces que sus ideas políticas comenzaron a tomar cierto giro anarquista y llegó a militar en la F. A. I. (Federación Anarquista Ibérica). En 1933 publicó, tras un arduo trabajo de investigación, y por encargo de la colección "Vidas extraordinarias", de Espasa Calpe, la autobiografía novelada Pedro Blanco el negrero, que tuvo muy buena acogida en el mundo intelectual madrileño, incluido el elogio de Don Miguel de Unamuno. En 1935 hizo un viaje a París por breve tiempo, aunque ello le permitió afianzar los conocimientos que había adquirido del idioma francés, al punto que a su regreso a Madrid tradujo para Espasa Calpe, que junto con la argentina Sur, fueron las dos editoras para las que más trabajó como traductor, Los pequeños burgueses, de Honorato de Balzac. A comienzos de 1936 decidió trasladarse a Barcelona, donde continuó realizando labores como traductor y escribiendo para la prensa. Publicó allí la noveleta Un experimento en el barrio chino. Después de un difícil recorrido en medio de la Guerra Civil, pudo llegar hasta Paris. Allí, gracias a los amigos cubanos allí radicados, pudo regresar a La Habana, a donde llegó en abril de 1939. Pasó a trabajar casi de inmediato al periódico Hoy, redactando una columna semanal "Una hora del mundo", donde comentó preferentemente diversos aspectos de la recién finalizada guerra en España, aunque también abordó temas locales e internacionales, publicó el cuento "El comisario ciego"y la pieza teatral "Los alzados del cuadrilátero". Poco después pasó a trabajar a la revista Ultra (1936-[1947]), dirigida por Fernando Ortiz, donde realizó labores de traducción y, en ocasiones, fungió como su director interino. En 1940 contrajo matrimonio con la periodista y poetisa Herminia del Portal. Compartió con José Antonio Portuondo y otros intelectuales el espacio radial "Hora Ultra de Cultura Popular", dedicado a entrevistar figuras destacadas de ese ámbito, y comenzó a colaborar en la revista Bohemia, de la que llegó a ser jefe de información entre 1954 y 1960. El año 1942 fue importante para Lino Novás Calvo, pues recibió el premio de cuento "Hernández Catá", uno de los más reconocidos galardones del momento, por el titulado "Un dedo encima", además de publicar el volumen La luna nona y otros cuentos, editado por la editorial Losada, de Argentina, libro que en 1943 mereció el Premio Nacional que en ese género otorgaba el Ministerio de Educación. Novás integró la filial cubana del P.E. N. Club internacional y obtuvo el premio periodístico "Enrique José Varona"por su artículo "Una América sin patitos feos", aparecido en el periódico Información, donde por entonces publicaba dos comentarios semanales sobre diversos temas, con preferencia los de carácter cultural. Algún tiempo atrás había abandonado su trabajo en la revista Ultra por desavenencias con Fernando Ortiz. Continuó en Bohemia, donde atendía las secciones "En pocas palabras"y "Así va la ciencia"y daba a conocer reportajes, artículos, traducciones de diverso carácter y cuentos, preferentemente de temas policiales. En 1948 ganó otro premio periodístico, el "Eduardo Varela Zequeira", con el reportaje "Guerra de nervios en Santa Lucía", que había aparecido en Bohemia en julio de ese año. En estos años había aparecido en forma de libro su cuento largo No sé quién soy (México, 1945) y en 1946 el volumen de cuentos titulado Cayo Canas, publicado en Buenos Aires y el cuento "En los traspatios", editado en La Habana. Novás vivió años difíciles a partir de su cesantía como profesor auxiliar de francés de la Escuela Normal de Maestros de La Habana. A raíz de este hecho, provocado por no poseer el título que avalara su condición de graduado de esa lengua, matriculó en la Escuela de Idiomas anexa a la Universidad de La Habana y en 1955 concluyó sus estudios, aunque un poco antes había sido restituido de su cargo. Ese mismo año tradujo al español, por primera vez, la novela de Ernest Hemingway El viejo y el mar (1952), que fue publicada por la revista Bohemia en el número correspondiente al 15 de marzo y posteriormente por la revista Life en su edición en español del 30 del propio mes. Esta traducción fue la única autorizada por el célebre narrador norteamericano. Desde esa fecha ambos establecieron una sólida amistad, una de las pocas que el norteamericano sostuvo con figuras del mundo intelectual cubano. Tras el triunfo de la Revolución en 1959 vio la luz en México su volumen de cuentos El otro cayo. En octubre de 1959 fungió como jurado de cuento del primer concurso literario convocado por la Casa de las Américas. A mediados de 1960 pidió asilo político en la Embajada de Colombia en Cuba. Viajó a Miami y posteriormente a la ciudad de Nueva York. Desde esa ciudad le remitió a su amigo José María Chacón y Calvo una carta fechada el 17 de agosto de 1963 en la cual expresaba el profundo dolor que le provocaba el exilio. Fue nombrado profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Syracuse, en el estado de Nueva York. Falleció en la ciudad de Nueva York el 24 de marzo de 1983. Sus restos fueron conducidos al cementerio de la ciudad de Syracuse. Se cumplía así su deseo expreso de reposar en ese lugar para de ese modo vivir su último y definitivo exilio.

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