La Angelical Poesía de Luisa.
Published by Ariesky Castillo under Ensayo on 16:30Investigando la poesía de los contemporáneos de José Ángel Buesa me he encontrado con la profundidad y sensibilidad de unos poemas cargados de imágenes desgarradoras. Sobresale entre algunos la obra de Luisa Muñoz del Valle, poetisa cubana (1906-1987). Nació en Sancti Spiritus, Las Villas, Cuba el 24 de junio de 1906 y murió en La Habana el 2 de agosto de 1987. Graduada de la Escuela Normal para Maestros, obtuvo su Doctorado en Pedagogía en 1937 en la Universidad de La Habana. En 1950 completó los requisitos del programa de la Escuela Profesional de Periodismo "Manuel Márquez Sterling". Fue la primera mujer que se graduó con el primer expediente en esta escuela, así obtuvo una beca para ir a estudiar a Madrid al año siguiente en el centro de Estudios Hispánicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En 1935 publicó su único libro, Angelus. Publicó sus poesías frecuentemente en revistas tales como San Antonio, Azul, El Fénix, La Milagrosa y el Semanario Católico con quien ya colaboraba desde 1928. Por muchos años tuvo a su cargo la columna católica del periódico Alerta. Con el cierre de la prensa libre en la Isla por parte del gobierno comunista, Luisa Muñoz se vio imposibilitada de continuar sus contribuciones literarias en estos medios. Rehusó salir de Cuba renunciando así a reunirse con el resto de su familia y muchas amistades que habían partido al exilio. Permaneció en su casa de la Habana Vieja publicando ocasionalmente sus poemas y dedicada a una amplia labor epistolar con familiares y amigos mientras las fuerzas y los recursos materiales le alcanzaban. En los últimos veinticinco años de vida, su poesía y su pensamiento se tornan más ascéticos y profundamente religiosos. A continuación aparese un poema que, desde mi punto de vista, muestra el estilo predominante de su época y una caractística rítmica que llevó en casi toda la amplitud de su obra.
LOS PEREGRINOS
I
Se detuvo en la senda que seguían,
I
Se detuvo en la senda que seguían,
cuando llegaron a la encrucijada;
él siguió solo, caminito arriba,
con su fardo de brumas a la espalda.
Ella, lo vió seguir rota de angustia,
por la ruta encarnada de las zarzas,
y sin fuerza en sus miembros doloridos,
cayó rendida por su propia carga.
Allí quedó, mirándolo marcharse,
hasta perderlo en la extensión lejana,
y llorando por él, que iba tan solo,
cerró sus ojos a la senda larga.
II
Cuando emprendió la ruta nuevamente,
repasando las huellas que él dejara,
una sierpe--el dolor--iba mordiendo,
el corazón en donde se enroscaba,
mientras clavaba en el cerebro turbio
rapaz preocupación, sus finas garras.
Ella iba valiente por la senda,
sin pensar en su vida destrozada.
Iba animosa; pero entre sus labios,
un ruego desolado se hilvanaba:
Señor, que no lo alcance en el camino,
y quiebre mi valor con su mirada.
1 comentarios:
No he podido evitar leer este artículo, me estas impresionando. Aunque no creas, la poesía de esta señora tiene un ritmo contemporáneo, no seré yo quién mejor la valore, pero sus palabras expresan un mundo que despierta aún más mi interés en conocerla y qué fue de ella y qué otras cosas escribió. Excelente, gracias de verdad por compartir este trabajo.
Publicar un comentario