El Centauro Bigotudo

No existe distancia física que impida el abrazo de las almas

El Coleccionista

Published by Ariesky Castillo under on 13:05


Veo el grupo de auras a lo lejos, fuera del pueblo. Menos mal que al mosaico de la ventana le faltan dos cristales, así puedo observarlas desde la sacristía. Pudiera disfrutar mejor de esta maravillosa danza celestial, sino fuera por el intruso que va devorando mi paz, mientras le falta el respeto a la casa del Señor con su tediosa presencia .Lo veo prescinarse ante el altar, piensa que como realiza ese mismo ritual cada vez que se siente sucio, se hace más santo que el mismísimo Cristo, quien desde la cruz parece acusarlo, poniéndolo de rodillas. Ahora se acerca. Viene a la sacristía a desembuchar el insomnio que provoca su conciencia.- Padre, he pecado. – ¿Qué has hecho hijo mío? Comienza contándome que desde que murió su esposa se le ha metido el demonio en el cuerpo y que todas las noches se masturba, mientras observa a su hija desnuda a través de una rendija que tiene en la pared de su cuarto. Yo no quiero seguir escuchando, pero él continúa y dice que anoche llegó a su casa con unas copas de más, mientras yo observo nuevamente el grupo de auras que al parecer está cerca del río. Me siento estúpido al encontrarme aquí, simplemente escuchando a este enfermo psicópata que no para de hablar y me cuenta que su hija sólo tiene trece años y yo necesito que se detenga porque me hace sentir inútil. Con tanta puta en este pueblo y este maniático se excita con su hija que es apenas una niña. Doy gracias a Dios por el agujero del mosaico. Alabado sea el Señor por las auras que al parecer, tienen su cena detrás de la loma del ingenio viejo. – ¿Me está escuchando padre? – Sí, hijo mío, continua. Ahora dice que amarró a la chiquilla en la cama y que, por más que intentó callarla, no dejaba de gritar y que sus gritos lo excitaban cada vez más. ¡Dios, hazlo callar de una vez, que esta es tu casa y yo soy un viejo cansado de absolver estos demonios que no tienen derecho a tu rebaño! ¡Alabadas sean las auras por estar ahí todavía! ¡Alabada sea su danza y el mosaico! – ¿Terminaste, hijo mío? – No, padre, hay más. Ahora dice que la golpeaba como un demente, mientras le arrancaba su virginidad, junto a sus lágrimas, hasta que recobro mi autoridad y le digo: – ¡Basta! – Aun no termino padre. –Es suficiente para el Señor, recuerda que él lo sabe todo. – ¿Qué debo hacer entonces? Le digo que rece tres padres nuestros y beba hasta el fondo el agua del Eufrates, almacenada en el frasco que ahora saco del maletín y se lo entrego mientras le aclaro que, al beberlo, deberá ir inmediatamente a lavar sus pecados con un baño en el río que está detrás de la loma del ingenio viejo. Se marcha contento. Perdóname Dios pero me satisface ver como se aleja este imbécil, mientras extraigo de mi maletín la agenda y tacho el número 16 en las últimas notas. Perdóname Dios, pero me enorgullece hacer una obra tan sana como la de las auras que hace un rato se veían a través del agujero del mosaico. Seguramente mañana estarán allí otra vez. Aleluya, aleluya. Amen.

Requiescat in Pace

Published by Ariesky Castillo under on 10:23



Despierta más ligero que nunca. Lleva una sensación de alas en los pies. No reconoce el camisón blanco que le cubre el cuerpo. El dolor en el pecho ha desaparecido. Sin embargo no anda bien. ¿Qué hace en el viejo sillón del desván? Siempre sintió pánico por este lugar. ¡Cuánto polvo! Se decía que allí se reunían los espíritus de la casa. Confundido va a abrir la ventana, pero una extraña repugnancia al sol le detiene las manos. – Debo estar loco para estar aquí. Se dirige al cuarto. ¿Quién llora? Entra. La desnudez de una joven mujer le detiene los ojos. Es su esposa. Luce aterrada. Trata de hablarle. En ese momento descubre que hay alguien mas, enredado entre las sábanas. ¿Cómo es posible? Un hombre. ¿Quién es? Está inmóvil. Se acerca. Lo mira. ¿De quien es ese rostro? Parece un cadáver. No puede ser. Se le enfría el alma. ¡Ese anillo! Solo hay uno. Una especie de fobia lo paraliza. Al subir la vista se da cuenta de que el espejo lo ha ignorado todo el tiempo. Lanza mil gritos de espanto, pero nadie lo escucha. Mientras una carcajada a coro se aproxima por la escalera del desván.

Carta de un Demente

Published by Ariesky Castillo under on 12:14


Si te vas esta noche y tengo que perder tu rostro para siempre,
¿Qué me quedará para seguir viviendo?,
Nada vive con tu ausencia,
Quedaré como la luna repleto de cráteres y sin oxígeno,
Me convertiría en otro satélite errante,
Perdería la orbita de mi curso,
Me iría consumiendo hasta ser un meteorito.
Creo que los cometas son eso:
Restos de mundos que alguna vez vivieron sus cuatro estaciones muchos años,
Mundos que agotaron la energía,
El impulso para girar,
Y se apagaron para siempre.
(La ausencia es algo que suele apagar los espíritus.)
Si te vas esta noche y arrancas la música,
Me dejarás sordo,
Sería un suicido para mis tímpanos,
(Fieles corceles del atroz gemir que escapa de tus labios,
O poderosos violines de suave invitación a la locura).
Si te vas esta noche y no me llevas contigo,
En la desnudez de tus pies te llevarás mi casa, mi paz y mi tormenta,
Me llevarás el tiempo
Pegado a tu espalda que es el mapa de mis manos.
Y me llevarás grabado a tu piel como un tatuaje,
Tu piel que no tiene ni el más mínimo espacio virgen de mis huellas,
Tu piel que es la alfombra del desorden,
Lo prohibido, lo sagrado….
Si te vas esta noche y decides renunciar al cielo
Y al canto de los peces,
Y al coro salvaje de los astros
Y al vientre fértil de la tierra donde nacen los puentes;
Entonces, acabaré sin nada y tú
Terminarás enferma de cordura.

El Templo de mis Verdades

Published by Ariesky Castillo under on 15:11


Cuando la espiga desnuda
su risa bajo la luz,
presiento que brota en tus
alas de ángel la duda
misteriosa. Cuando muda,
se oculta en la mar que llora
una palabra en la aurora,
lloviendo cuando te vas,
está tu nombre en as-
tro que encandila mis horas.

No sé si es que me salpica
el crepúsculo del año.
Te sufro porque es extraño
como en tu anden se complica
todo. Mi rostro publica
la daga de otro perdón.
Puedo morirme y no con-
templar la ninfa que llevas.
Más, vuelves, siento que pruebas
un nardo en mi corazón.

Testigo de tempestades
o céfiro escurridizo,
conoces el pasadizo
y el templo de mis verdades
dolorosas. Las ciudades
donde se alojan mis penas,
son gérmenes que en las venas
de mis demonios estalla.
Guardo en tu piel la batalla
y el susurro de las quenas.

Hoy el Día Quiere Irse Silencioso

Published by Ariesky Castillo under on 10:15

Hoy el día quiere irse silencioso

como si fuéramos eternos,
con la certeza de que vendrán otras auroras,
con tu rostro en primavera a la ventana
y un verso de tagore
habitando la humedad donde pares tus besos,
como si el sol
pudiera herir la garra fría del segundo,
sin preocuparme por despertar
vestido de soldado,
viendo caer fragmentos de los míos,
ojeras funerales que alberga la distancia,
con una foto en la mochila,
una dedicatoria que destiñe el uso,
el llanto,
las cartas que quizás no enviaría nunca,
porque todo puede suceder
y este día quiere irse silencioso.
Hoy que están tus manos próximas a una resurrección
o de mi nacimiento,
esas aves no han de cruzar los mares
sin que Tchaikowsky ponga a gemir su pentagrama
sin que la mar despegue un susurro
al abrazar el sol,
y los náufragos construyan sus canoas
para remar soñando que alguien los espera.
Hoy los árboles no podrán dormir
si no cantas tus salmos
si no te fundes en mí como el poema que ahora escribo,
porque mañana
podemos ser nuevos reclusos
y no podrás decirme:


“Vamos a dormir mi amor que ya es muy tarde”
ni me besarás la frente,
ni yo podré cantar estas canciones.




Soy

Published by Ariesky Castillo under on 12:27


Talvez ese guerrero que siempre llega tarde,
La gota de rocío que no alcanzó la rosa,
La péñola sin tinta, el ave que reposa
Creyendo que este sueño sólo en mis cantos arde.

Quizás la melodía que no encontró cantante,
Detrás de ese poema que nunca nadie ha visto.
Oasis sin sediento, un huérfano de Cristo,
Un cielo sin palomas, pincel sin dibujante.

Y soy ese planeta que el sol ha desterrado,
Un barco sin marinos, sin mares, encallado,
Como ese peregrino que el viento deshojó.

En fin, el que se apaga, un duende en el olvido,
Un carnaval de sombras que, por el tiempo, herido,
Me convertí en el hombre que no te conquistó
.