El otro Loynaz
Published by Ariesky Castillo under Ensayo on 16:57Creo que casi todos conocemos la maravillosa obra poética de la poetiza cubana Duce María Loynaz, sin embargo muchos desconocen que su hermano Enrique Loynaz Muñoz (La Habana 1904- 1966) también escribió poesía. Como hijo también del patriótico General de Brigada Enrique Loynaz del Castillo, quien compuso la letra del Himno Invasor, imgino la difícil tarea de llevar tan honorable apellido. Resultaba curioso en su personalidad, la reconcentración de su mirada, el talento enorme de sus facultades y su desdén por publicar los versos. Se afirma que no dejó de escribir y que su carácter temperamental hizo de él un gran exigente consigo mismo. Cursó sus estudios primarios y secundarios, al igual que el resto de sus hermanos, en el propio hogar, con profesores particulares. Entre 1920 y 1921 recorrió varios países de Europa occidental y parte de los Estados Unidos. Presentado por Chacón y Calvo, El Fígaro publicó en 1923 algunos poemas suyos. En la Universidad de La Habana (1928) se graduó de abogado, profesión que ejerció ocasionalmente. El ensayista José María Chacón y Calvo, quien lo presentó en la citada publicación, escribió de sus versos: “Las palabras se hacen cada vez más interiores, las palabras tienen cada vez más el valor de los símbolos.” Los estudiosos afirman que en Enrique se perciben las influencias de Juan Ramón Jiménez y de Edgar Allan Poe. Pero ante todo fluye el acento propio. Su obra revela el misterio de un carácter en que las sombras y el asunto de la muerte están presentes. Su obra poética, que nunca dio a conocer con regularidad por medio de las publicaciones periódicas, permanece inédita en sus volúmenes Un libro místico, La canción de la sombra, Faros lejanos, Canciones virginales, Poemas del amor y del vino, Miscelánea (Versos de narración y entretenimiento) y Después de la vida. También dejó inéditos algunos ensayos.
La Canción de la Sombra
Estaba sólo en medio de la honda noche. En medio
de las penumbras hondas que invadían la estancia
y yo mismo era parte de la sombra,
y yo mismo era parte de la nada.
Apenas comprendía mi propia vida. Apenas
percibía en mi cuerpo sensaciones humanas
sólo supe que algo se inciaba
y a través de la noche se alejaba.
¡Tuve horror al sentirme sólo! Aquél silencio
me traspasaba como la punta de una lanza
—Sentí la pesadumbre de la muerte
y me quedé flotando en la distancia
Era muy doloroso para mi aquel absurdo:
Pensar que de mi mismo yo mismo me escapaba;
comprender el misterio de las nieblas:
presentir la presencia de la nada.
2 comentarios:
Gracias por este artículo. Me has despertado la curiosidad por conocer mas del mencionado señor Loynaz. Trataré de encontrar otros de sus poemas; este que publicas es precioso.
Por cierto, está muy bonito el diseño de tu blog. Te felicito!
Si es posible, dinos como se puede adquirir una copia de tu libro. Gracias!
Me hago eco de Newhopes, quisiera leer mas poesia de este autor..si pudieras publicar un link donde leerlo
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