El Centauro Bigotudo

No existe distancia física que impida el abrazo de las almas

El Rojo

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Amigos lectores, el próximo 17 de noviembre, de no haber sido por su lamentable fallecimiento a temprana edad, estaría cumpliendo 65 años el maravilloso poeta Luis Rogelio Nogueras, llamado Wichy por quienes lo conocieron, quienes afirman junto a aquellos que de él han disfrutado sólo sus textos, que es uno de los autores cubanos del siglo XX más ponderados unánimemente por críticos y lectores. En una isla donde los mitos modernos escasean, Nogueras es quien más se acerca (opinión propia) a esa tan difícilmente definible categoría. Sus amigos y compañeros del cine y las letras, no se cansan de comentar sobre su talento, inteligencia, modo perdurable de hacer. Algunos apoyan los criterios en la inmanencia de su poesía, pero otros —me cuento entre ellos— ponen sus ojos cada vez más en la narrativa de un profesional de la forma, ingenioso en sus argumentos, extraordinariamente ameno y bien dotado de lo que a unos cuantos talentudos se les va de las manos al escribir: la mesura. A Nogueras, a Luis Rogelio, a Wichy, al Rojo, según prefiera, le escaseó el tiempo vital, aunque supo aprovecharlo para legarnos una obra extensa y variada. El narrador Alfonso Hernández Catá fue tío abuelo suyo y en la casa familiar abundaron las preocupaciones intelectuales, en particular la afición por la lectura. Nacido en el barrio de El Vedado, tiene ocho años cuando la familia se muda para el de la Víbora; viaja a Estados Unidos y realiza sus pinitos narrativos. Con los años, incorpora inquietudes: la de la actuación, la de hacer cine, la de dibujar y pintar, la de escribir guiones… Y en 1964 matricula en la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana, en tanto trabaja (no por vez primera, ya lo había hecho antes en el ICAIC) en la revista Cuba Internacional, como redactor de mesa y da a conocer sus primeros trabajos periodísticos. En El Caimán Barbudo, tabloide de cuyo proyecto fundador es parte, publica algunos textos poéticos. Cuanto hace en adelante —apenas veinte años de vida— es sorprendente, solo posible en quien disfruta del trabajo y no viene al caso aquí intentar una breve biografía de Wichy, porque es bastante conocida y demasiado agitada su vida para unos breves apuntes. Hoy es autor de culto, entre jóvenes y contemporáneos suyos. Tuvo que haber sido además de un intelectual dotado, un ente carismático. No por azar tantos amigos guardan recuerdos gratos ni ensalzan su personalidad con tal vehemencia. Recordemos solo que en 1967 su poemario “Cabeza de zanahoria” es premiado en el primer Concurso David convocado por la UNEAC. El libro es elogiado dentro y fuera de fronteras, y su autor, con 23 años a la sazón, se convierte en uno de los poetas que, sin saberlo, más influyen entre los jóvenes de su generación. Algunos hitos van marcando su obra: el poemario "Las quince mil vidas del caminante", escrito en 1967 y publicado diez años después; el guión junto a Octavio Cortázar del filme El brigadista, estrenado en 1976. De ese año es también su novela policial “El cuarto círculo”, a dos manos con Guillermo Rodríguez Rivera, y de 1977, “Y si muero mañana”, que le vale el Premio Cirilo Villaverde de la UNEAC. Viaja, dicta conferencias, es jurado de eventos literarios, traduce y a su vez es traducido. Gana el Premio Casa de las Américas con el cuaderno “Imitación de la vida”. Publica en 1983 el libro de poemas “El último caso del Inspector”. Luis Rogelio Nogueras falleció prematuramente, el 6 de julio de 1985. Poeta, novelista, guionista de cine, simbolizó en buena medida el espíritu de búsqueda y realización de los jóvenes intelectuales de su generación, sin que por ello se limite a esta el interés por la lectura de su obra ni la indagación constante en los presupuestos de su lírica, reunida en el volumen “Hay muchos modos de jugar”.


El Último Caso del Inspector


El lugar del crimen

no es aún el lugar del crimen:

es sólo un cuarto en penumbras

donde dos sombras desnudas se besan.


El asesino

no es aún el asesino:

es sólo un hombre cansado

que va llegando a su casa un día antes de lo previsto,

después de un largo viaje.


La víctima

no es aún la víctima:

es sólo una mujer ardiendo

en otros brazos.


El testigo de excepción

no es aún el testigo de excepción:

es sólo un inspector osado

que goza de la mujer del prójimo

sobre el lecho del prójimo.


El arma del crimen

no es aún el arma del crimen:

es sólo una lámpara de bronce apagada,

tranquila, inocente

sobre una mesa de caoba.

Un Maestro del Absurdo

Published by Ariesky Castillo under on 14:38




Estimados amigos, hace sólo unos días se cumplieron 30 años del fallecimiento del poeta, narrador y dramaturgo cubano Virgilio Piñera Llera (Cárdenas, Matanzas, 4 de agosto de 1912- La Habana, 18 de octubre de 1979). Cursó sus primeros estudios en su localidad natal, pero en 1925 se trasladó con su familia a Camagüey, donde estudió el bachillerato. En 1938 se instaló en La Habana, en cuya universidad se doctoró en Filosofía y Letras en 1940. Ya el año anterior había empezado a publicar, sobre todo poemas, en la revista Espuela de plata, predecesora de Orígenes, en la que coincidió con José Lezama Lima. En 1941 vio la luz su primer poemario, Las furias, y ese mismo año escribió también la que es quizá su obra teatral más importante, "Electra Garrigó". En 1942 fundó la efímera revista Poeta, de la que fue director. Al año siguiente publicó el extenso poema "La isla en peso", una de las cumbres de la poesía cubana, que fue, sin embargo, objetado por grandes poetas como Gastón Baquero o Eliseo Diego. Cuando en 1944 Lezama y Rodríguez Feo fundaron la revista Orígenes, Piñera formó parte del plantel inicial de colaboradores, a pesar de que mantenía importantes discrepancias estéticas con el grupo de poetas de la revista. En febrero de 1946 viajó a Buenos Aires, donde residió, con algunas interrupciones, hasta 1958. Allí trabajó como funcionario del consulado de su país, como corrector de pruebas y como traductor. En la capital argentina hizo amistad con el escritor polaco Witold Gombrowicz, y formó parte del equipo de traductores que llevaron a cabo la versión castellana de Ferdydurke. Continuó colaborando con Orígenes con cuentos, ensayos y reseñas críticas. En 1948 se estrenó en La Habana "Electra Garrigó", mal acogida por la crítica. Por entonces escribió otras obras teatrales: "Jesús y Falsa alarma", obra considerada una de las primeras muestras de teatro del absurdo, anterior incluso a La cantante calva de Eugene Ionesco. En 1952 publicó su primera novela, "La carne de René". En 1955, tras el final de Orígenes, marcado por una agria disputa entre Lezama Lima y Rodríguez Feo, fundó con este último la revista Ciclón, de gran importancia en la historia de la literatura cubana. Por entonces colaboró también con la revista argentina Sur y con las francesas Lettres Nouvelles y Les Temps Modernes. En 1958 abandonó Argentina y se instaló definitivamente en Cuba, donde viviría hasta su muerte. Tras el triunfo de la Revolución Cubana, Piñera colaboró en el periódico Revolución y en su suplemento Lunes de Revolución. En 1960 reestrenó "Electra Garrigó" y publicó su Teatro completo. En 1968 recibió el Premio Casa de las Américas de teatro por "Dos viejos pánicos". Recientemente en Mexico ha tenido una exitosa temporada una nueva interpretación de "Electra Garrigo" titulada "El Son de Electra" bajo la dirección del destacado creador Ramón Díaz y las actuaciones de Thais Valdés y Sandra Muñoz y en La Habana ha reaparecido esta obra bajo la dirección de Roberto Blanco y últimamente de Raul Martín con el Grupo: Teatro De La Luna. A partir de 1971 y hasta su muerte, Piñera sufrió un fuerte ostracismo por parte del régimen y de las instituciones culturales oficiales cubanas, en gran parte debido a su condición sexual, ya que nunca escondió su homosexualidad. El famoso escritor cubano Reinaldo Arenas, amigo de Piñera, cuenta ese episodio en sus memorias Antes que anochezca. Como narrador, destaca por su humor negro, dentro de la línea del absurdo. Fue también un destacado traductor, y vertió al español obras de Jean Giono y de Witold Gombrowicz, entre muchos otros.


Cuando Vengan a Buscarme

Cuando vengan a buscarme
para ir al baile de los cojos,
diré que no uso muletas,
que mis piernas están intactas.

Bailaré cha-cha-cha y son
hasta caerme en pedazos,
pero ellos insistirán
en llevarme a ese baile extraño.

Con dos hachazos estaré listo,
con dos muletas iré remando,
y cuando entre por esa puerta
me pondrán una coja en los brazos.

Ella me dirá: ¡Amor mío!,
yo le diré: ¡Mi adorada!,
¿cómo fue lo de tus piernas?
¡cuéntame, que estoy sangrando!

Ella, con gran seriedad,
me contará que fue a palos,

pero haciendo de sus tripas
corazón como un brillante,
lanzará una carcajada
que retumbará en la sala.

Después, daremos las vueltas
de estos casos obligados,
saludaremos a diestra, a siniestra
y a muletazos.

Y cuando nadie lo espere,
a las dos de la mañana,
vendrá el verdugo de los cojos
para que no queden rastros.

Recordando a "La Serrana"

Published by Ariesky Castillo under on 14:07





Estimados amigos y amantes de la poesía y las letras, hoy quiero anunciarles que mañana 21 de octubre se estarán cumpliendo 177 años del nacimiento de la poetisa cubana Úrsula Céspedes de Escanaverino (Bayamo, 1832), una de las figuras cimeras de la literatura cubana del siglo XIX. Fue según el investigador Juan José Ramos y Rubio, rama de una ilustre familia, originaria en los primeros tiempos de la conquista de la isla y entre cuyos admiradores más significativos descuella Carlos Manuel de Céspedes, quien prologara su primer libro “Ecos de la Selva”. Luisa Pérez de Zambrana fue su amiga íntima, así como otros poetas importantes de la época, entre los que se destaca José Fornaris. Comenzó a escribir en el año 1845, publicó sus primeros trabajos en dos periódicos de Santiago de Cuba: El Redactor de Santiago de Cuba y Semanario Cubano. Seguidamente colaboró con La Prensa que se editaba en La Habana, así como en otras publicaciones de la Isla. Sus trabajos los firmaba con dos seudónimos: La Calandria, escogido por Céspedes y La Serrana. Conoció en 1854, en la ciudad de Santa Clara al joven maestro y periodista don Ginés Escanaverino de Linares, quien atraído por la belleza de la muchacha se trasladó a la ciudad de Bayazo donde fundara junto a José María Izaguirre el periódico La Regeneración en el que colaboraba Úrsula. Después de casarse, en 1857 con el entusiasta habanero, se dedicó al magisterio, obteniendo el título de Maestra de Instrucción Primaria al año siguiente de sus bodas con Escanaverino. Inmediatamente fundaron la Academia Santa Úrsula, para señoritas, donde ella puso en práctica sistemas que le inspiró la intuición más que la ciencia pedagógica. Su nieta, la Dra. María Dolores Escanaverino Piñero, afirma en su tesis de grado, lo siguiente: “Úrsula Céspedes basó la disciplina de su plantel sobre los cimientos del cariño y el respeto mutuo entre alumnos y profesores. La primera cualidad que buscaba entre sus auxiliares era la no muy frecuente de hacerse querer de los niños. La maestra adusta y autoritaria, que fue tan característica del siglo pasado, no tuvo cabida en las aulas de Santa Úrsula”. Otra de las ideas de Úrsula que parecía adelantarse a su tiempo, era la que frecuentemente expresaba diciendo: “Lo importante en la educación no es lo que se aprende, sino la preparación espiritual para poder comprender las bellezas del bien, del arte y de la naturaleza”. “Ecos de la Selva” prologado por Carlos Manuel de Céspedes, se imprimió en Santiago de Cuba en 1861, ese mismo año se incluyó una selección de poesías de Úrsula en la "Antología Cuba Poética", ordenada por Joaquín Lorenzo Luaces y José Fornaris. Florece literariamente Úrsula cuando el romanticismo decae en Cuba, y frente a las extravagancias y exageraciones que singularizaron la declinación de la escuela, se operó en el gusto una reacción rectificadora de las cuales fueron guías: Mendive, Luaces y Zenea. Céspedes comenta los méritos de la joven cantora, alaba lo espontáneo de su inspiración, exhorta a que no se le pregunte a la poetisa de dónde ésta le viene, porque daría la misma contestación de un pájaro de la selva al que le preguntaran por qué canta. “Por eso sus versos, a pesar de los defectos de que adolecen, arrebatan y seducen, ella pinta lo que siente, pero lo hace con tanta verdad de colorido que su sentimiento se trasmite como fluido magnético al corazón de los que oyen sus acentos inspiradores”. Muere Úrsula en Santa Isabel de las Lajas, Cienfuegos, el 2 de noviembre 1874, después de un largo trasiego por varias provincias del país. Cuando se inauguró la República, en 1902, los socios del Liceo de Santa Isabel abrieron una suscripción popular que abarcó toda la Isla y con el producto se le erigió un simbólico monumento, que se levanta en este pueblo agradecido, y en el que destacan una piedra, unos significativos versos de la poetisa, en los que pide para su tumba, más bien que mármoles, “tierra empapada en el llanto de mis hijos, un árbol y una flor”.



El Amor de la Serrana


Me dijo cuando lo vi,
que yo era para él un cielo
y que era negro mi pelo
como el cuello del totí,
que no andaba por aquí
otra tan linda serrana;
y añadió, desde mañana
si compadeces mis penas,
serán tuyas mis colmenas
y serás mi soberana.


Yo los ojos levanté,
y cubierta de rubor,
iba a decirle mi amor
y a jurarle eterna fé;
pero al punto recordé
que me dijeron un día,
que si el hombre comprendía
el amor de una mujer,
la dejaba de querer
y a veces la aborrecía.


Y desoyendo sus penas,
aunque quiere Dios que le ame
como la flor del dagame
la abeja de sus colmenas,
por las praderas amenas
cuesta arriba eché a correr
sin disgusto y sin placer,
pues temo en el corazón,
con razón o sin razón,
que me deje de querer.


Desde entonces, cada vez
que viene a verme al bohío,
le trato mal y me río,
aunque sollozo después;
y cuando con altivez
me habla de honor y decoro,
le digo entre risa y lloro,
tomando en la mía su mano:
mira, gallardo serrano,
yo te adoro, y… no te adoro.


Y mientras yo noche y día
lloro a torrentes aquí,
muchísimo mal de mí
dicen en la serranía;
pues sólo al ver la falsía
que mal mi rostro demuestra,
con lengua torpe y siniestra
dicen que soy la serrana
más voluble y casquivana
que hay en la Sierra Maestra.

TORONTO, CIUDAD DE MI ESPERANZA

Published by Ariesky Castillo under on 14:51


TORONTO, CIUDAD DE MI ESPERANZA
A Patricia

Llueve un amanecer como el suspiro de las hojas,
Una hoguera de náufragos.
Sueños que alguna vez mutilé de mi garganta
Hoy regresan con alas y otros nombres.
Nacen de esta ciudad,
Llegan al cielo,
Me hechizan con el Niágara y sus pinos,
Mientras me llueve la magia de esta ciudad siempre mía,
Aguardando mi nave, cual si fuese mi Penélope,
O alguna musa que avizora la esperanza
Con su mirar de fuego inagotable,
Sus manos de luz,
Su risa de luz,
Su cuerpo de luz,
Desnuda los icebergs que albergó mi fe,
Anida en mi pecho como un ave migratoria,
Un ser alado que me hace sentir una montaña.
Al fin puedo decir quien soy
Y tú me alientas,
He tenido un abrazo con mi alma y tú me alientas,
Porque veo las cenizas de mis penas
Y me alientas,
Me elevas,
Me impulsas
A buscar el infinito de mis ancias,
Mientras me inundo de ti,
Porque soy otra ciudad sepultada por el mar
Y hoy andas tú por estas viejas calles que me habitan,
Para que llueva este amanecer sobre mis ojos
Cuando brotas en cada poro de mi cuerpo,
Cuando tus labios se funden en los mios,
Cuando resucitamos de la nada,
Cuando el mundo se aparta de nosotros para mirarnos desde abajo

Grisóstomo, el Sonetista

Published by Ariesky Castillo under on 11:07




El próximo 20 de octubre se cumplirán 150 años del natalicio del poeta y periodista cubano Enrique Hernández Miyares, quien dentro de la poesía cubana descolló por su producción sonetística. Y, aunque sus méritos literarios fueron significativos, no menos lo fue su condición de patriota sincero y hombre enterado de los asuntos nacionales. Nació en Santiago de Cuba en el año 1859, y a los quince años se estableció con su familia en La Habana. Casi adolescente aún se inició en el periodismo con Diego Vicente Tejera. Como periodista desarrolló una amplia labor durante años en múltiples publicaciones. Fue redactor del Diario de Señoras y de El Almendares. Como corrector de pruebas y colaborador trabajó en El País. Su labor más importante la desarrolló en La Habana Elegante, cuya dirección ocupó a partir de 1888. Con Alfredo Zayas fue codirector de La Habana Literaria, que surgió tras la desaparición de la anterior en 1891. Durante estos años se vincula estrechamente con Julián del Casal, una de las figuras cimeras de la corriente modernista en Cuba. A pesar de esto, Hernández Miyares no se adhiere a este estilo, “aunque alguna huella, siquiera circunstancial y ligera, habían de dejar en él las nuevas tendencias”, según afirma el crítico Max Henríquez Ureña. Tras la muerte de Casal presidió el comité encargado de levantar un mausoleo al poeta e instituyó el “Día de Casal” el 21 de octubre. En 1895 emigró a Estados Unidos, donde perteneció a la redacción del periódico Patria y dirigió el semanario Cacarajícara, por lo que su labor desde la prensa, al servicio de la independencia, fue valiosa. Regresó a Cuba en 1903 y se reintegró al periodismo. Con Diego Vicente Tejera publicó La Victoria. Fue redactor de El Triunfo, en el que publicaba artículos sobre temas de actualidad. Colaboró en La Discusión y El Fígaro. Fue miembro fundador de la Academia Nacional de Artes y Letras y secretario del Instituto de Segunda Enseñanza de la Habana. Como ministro plenipotenciario asistió a las fiestas del aniversario de la independencia de México. Cuando se habla de Hernández Miyares enseguida aflora su condición de sonetista y, en particular, el recuerdo de “La más fermosa”, un célebre soneto, acerca del cual se tejió una campaña de plagio finalmente desechada, fue una de las composiciones más populares de comienzos del siglo XX. Hernández Miyares murió en La Habana el 2 de agosto de 1914. Perteneció a la generación de intelectuales cubanos que, además de compenetrarse íntimamente con la independencia, alcanzaron a vivir los primeros años del siglo XX y dejaron su impronta en el panorama cultural de la naciente república. Utilizó los seudónimos Grisóstomo, Hernán de Henríquez y Juan de Jiguaní. Sus libros se publicaron póstumamente: El titulado “Obras completas de Enrique Hernández Miyares I - Poesías” fue preparado por José Manuel Carbonell y vio la luz en 1915; al año siguiente apareció “Obras completas de Enrique Hernández Miyares II - Prosas”, también preparado por Carbonell.

La Más Fermosa

Que siga el caballero su camino,
Agravios desfaciendo con su lanza;
Todo noble tesón, al cabo alcanza
Fijar las justas leyes del destino.
Cálate el roto yermo de Mambrino
Y en tu rocín glorioso altivo avanza,
Desoye al refranero Sancho Panza,
Y en tu brazo confía y en tu sino.
No temas la esquivez de la fortuna;
Si el caballero de la Blanca Luna
Medir sus armas con las tuyas osa,
Y te derriba por contraria suerte,
De Dulcinea, en ansias de tu muerte,
¡Di que siempre será la más fermosa!

Triste Ciudad

Published by Ariesky Castillo under on 12:35


TRISTE CIUDAD



Tengo cientos de galeones hundidos en la profundidad de mi esperanza,
Decenas de armadas invencibles convertidas en cenizas.
Son una carga pesada que me roba el impulso,
Son como dardos que destrozan mis alas enfermas de reposo,
Es la ausencia de Dios que no regresa, no me mira con los pies descalzos
Y el alma que renuncia a la derrota.
¿Son estos mis sueños, los ambiciosos,
Los inmaduros ?­
¿Los que inundaban mis venas y enarbolaban banderas de triunfo en los puertos distantes?
He sufrido más derrotas que el Imperio Persa
Y mi orgullo cabalga como el primer día,
No tengo ejército
Ningún soldado se atrevería a seguirme,
Mucho menos a entenderme.
(Los soldados tienen prohibido pensar).
¿Cuánto tardaremos en reconstruir esta ciudad,
Agrietada por el golpe de la ausencia?
¿Cuándo dejaremos de robarnos la esperanza, esculpiendo la miseria en nuestro mármol?
¿Acaso nadie ve que el parque esta llorando,
Que la iglesia esta llorando,
Que los edificios, las ruinas, el prado y sus estatuas
Lloran por las enlodadas calles de esta ciudad que duerme en mi pecho?
Como una gaviota tímida y enferma,
A través de sus campanas dejan escapar un gemido de nostalgia,
Por lo que alguna vez fue,
O tal vez por la ceguera de sus hijos,
O tal vez porque empezamos a dolerle
Y ahora somos un cáncer que habita sus pulmones.
¿Acaso porque brindamos por los que se van y no por los que luchan,
Mientras las familias se ahogan en el barro?
¿Acaso porque aun sigo cabalgando sin ejército
Y soy el único que conserva el orgullo?

Hilarión y su Lágrima Infinita

Published by Ariesky Castillo under on 14:29





Ayer leí un poema que había escuchado cuando era niño y no pude detener mi curiosidad hasta investigar quién había escrito tan maravillosos versos. Luego supe que el autor fue el poeta y periodista cubano Hilarión Cabrisas, nacido en La Habana en 1883 y fallecido tempranamente en 1939. Cursó sus primeros estudios en Barcelona y se graduó de bachiller en el Instituto de Matanzas. Durante algún tiempo trabajó con la compañía dramática de Enrique Borrás. De vuelta a Matanzas, participó en las tertulias que con el nombre de Areópago Bohemio se celebraban en los bajos del Palacio Provincial. Se inició en el periodismo en La Nueva Aurora, de Matanzas, y pasó después a La Correspondencia, de Cienfuegos. En 1917 se traslada a La Habana. Trabaja en El Día como jefe de redacción y también colabora en Diario de la Marina, Heraldo de Cuba, El Fígaro. Fue miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras, del Círculo de Bellas Artes (de cuya Sección de Literatura era presidente al morir), de la Asociación de Escritores Americanos y de la Asociación de la Prensa, de la que fue secretario. En el Concurso Bracale (1918) fue premiado su libreto para ópera "Doreya", el cual, con música de Eduardo Sánchez de Fuentes, fue estrenado en el Teatro Nacional de La Habana el 7 de febrero del mismo año. Su poesía contribuyó en gran forma a la renovación de las letras cubanas, destacándose en el ambiente intelectual como mentor de un lenguaje simple y sin artificios.«Breviario de mi vida inútil» en 1932, «La caja de Pandora», «Sed de infinito» y «La sombra de Eros» en 1939, constituyen parte de su obra poética. Aquí les dejo el poema que me hizo recordar:


La Lágrima Infinita

¡Esa!... La que en el alma llevo oculta;
la que no salta afuera ni se expande
en la pupila; la que a nadie insulta
en un alarde de dolor: la grande,
la infinita, la muda, la sombría,
la terca, la traidora, la doliente
lágrima de dolor, lágrima mía,
que está clavada en mí profundamente!
La que no da una tregua ni un consuelo
de dulce sollozar. La que me hiere,
y me punza, y me obsede, y pone un velo
turbio en mis ojos; la que nunca muere
ni nace a flor de rostro; la que nunca
refrena su latir; la que no intenta
asomarse a la faz y queda trunca,
y hace la pena interminable y lenta...
Cántaros secos, áridos, mis ojos;
páramos sin frescura ni rocío;
febricitantes de escrutar los rojos
límites, del espacio y del vacío...
¡Esa!... La que no llega, ni ha llegado,
ni llegará a los ojos nunca... ¡nunca!...
Mi lágrima tenaz que no ha mojado
el Sahara estéril de mi vida trunca,
¡Ésa... no la verás, porque en la calma
de mis angustias, se ha trocado en perla!
Para verla hace falta tener alma;
y tú, ¡no tienes alma para verla!...

El Poeta en "Almaviva"

Published by Ariesky Castillo under on 16:38




Hablar del periodista, poeta, escritor y polígloto Francisco Sellén sin hacerlo de su hermano Antonio resulta difícil, aunque es justo reconocer que desarrolló una meritoria labor en diversos ámbitos de la literatura. De su natalicio, en Santiago de Cuba, se cumplirán 171 años este 10 de octubre. Hijo de un capitán español y una criolla, tuvo la posibilidad de embarcar hacia España y allí cursar estudios, aunque su preparación académica concluiría en Cuba, una vez de regreso. Un volumen de versos titulado “Estudios Poéticos” dio a conocer a los hermanos en 1863; este era un tomo con traducciones de diferentes idiomas. Colaboró en Floresta Cubana, El Correo Habanero, El Tiempo Álbum cubano de lo bueno y lo bello, Bolsa, La Aurora, Cuba Literaria, Revista Habanera, Prensa, El Siglo, La Opinión, Revista del Pueblo, El Kaleidoscopio. Fundó, junto a su hermano Antonio, el Heraldo Cubano, periódico bilingüe español-inglés. Dos años después, en 1865, publicaba Francisco su “Libro íntimo”. Más adelante ven la luz “Poesías” (1890) y “Cantos a la patria” (1900). Max Henríquez Ureña apunta que: “sus versos atesoran corrección y buen gusto. No fue, sin duda, un alto poeta, pero alcanzó elevación en estrofas de inspiración filosófica.”Desde joven se vinculó Sellén a otros intelectuales como Rafael María de Mendive, Anselmo Suárez Romero y Ramón Zambrana, integrando el Partido Reformista que aspiraba a conseguir de España concesiones políticas, económicas y sociales. Pronto, no obstante, se deshizo esta ilusión y, llegado el momento de la independencia, Sellén eligió sin titubeos el camino de la libertad. Fue detenido y deportado a España, de donde se fugó para emigrar a Estados Unidos. Allí conspiró por la independencia de Cuba, y hasta se enroló en una expedición frustrada que motivó su apresamiento en Nassau. Al fracasar este intento vuelve a Nueva York, donde, al igual que su hermano, se ocupa en el periodismo y la enseñanza. Colaboró en Correo de la Tarde, La Familia, Aurora del Yumurí, Revista Cubana, de Cuba; El Mensajero de las Familias, Ateneo, Revista Contemporánea, de España; Ilustración Americana, Mundo Nuevo, Museo de las Familias, El Educador Popular y La América Ilustrada, de Estados Unidos. Figuró en la colección poética “Arpas amigas”. En 1882 regresó a La Habana, pero pronto vuelve a Nueva York. Colaboró por esa época en El País, Cuba y América y El Fígaro. Desde la emigración se hizo sentir su quehacer periodístico y en 1875 publicó su versión de “Intermezzo lírico”, de Heinrich Heine, el célebre poeta alemán. En Estados Unidos conoció a José Martí y colaboró con él en la fundación del Partido Revolucionario Cubano. A raíz de la publicación de “Poesías”, Martí escribió: “No en vano saludan los artistas de la palabra, como obra mayor, su libro fino y sincero de las Poesías, donde la pena mínima no afea, importuna, el cuadro universal, sino que con el fuego oculto del dolor, ilumina y revela la hermosura del mundo.” Su poema dramático titulado “Hatuey”, aunque se considera una de las manifestaciones más logradas de la corriente indigenista en Cuba, no llegó a las tablas, como tampoco su tragedia “La muerte de Demóstenes”, publicada póstumamente. De sus obras dramáticas sólo una fue representada: “Zuelika”, de un único acto y traducida al inglés (Nueva York, 1901), puesta en escena en el Berkeley Lyceum en abril de 1893. Como poeta, Francisco Sellén dejó muestras de una inspiración que podía alcanzar tonos convincentes y bellas imágenes. Separatista convencido, Francisco Sellén prefirió no regresar a Cuba hasta después del cese de la dominación española. En su patria trabajó en el Departamento de Hacienda hasta su muerte el 9 de mayo de 1907. Varias traducciones suyas aparecen en el libro de su hermano Antonio, “Ecos del Sena”. Antes de morir donó su biblioteca a la Biblioteca Nacional de Cuba. Usó el seudónimo Almaviva.




A Una Flor Marchita
(fragmentos)
¡Y te encuentro en tal estado
pobre flor del alma mía!
¡De cuánta melancolía
mi corazón has llenado!
Porque al verte me ha asaltado
tan triste presentimiento,
que el inefable contento
que tuve al besar tus hojas,
¡no borra, no, las congojas
de este angustioso momento!
Así, lleno de amargura,
dije, veré deshojada,
marchita y abandonada
la flor ¡ay! ¡de mi ventura!
Así, de tanta ternura,
de tanto infinito amor,
de tanta luz y esplendor,
sólo quedará ¡Dios mío!
a este corazón sombrío,
¡llanto, tristeza y dolor!
Morirá así la pasión
que fue el alma de mi vida,
y veré desvanacida,
y por siempre, ¡mi ilusión!
Desgarrado el corazón,
presa del mortal quebranto,
veré crecer entretanto
la flor del recuerdo triste,
que cuando ya nada existe
renace bañada en llanto.
…........

Recordando a Iñigo

Published by Ariesky Castillo under on 14:00



Estimados lectores, en el día de ayer se cumplieron 195 años del nacimiento del poeta cubano Ignacio María de Acosta y Guerra . Aunque nacido en La Habana el 4 de octubre de 1814, la mayor parte de su vida transcurrió en Matanzas. Se quedó en esta ciudad, ya definitivamente, en 1833. Hay, pues, motivos para considerarlo un escritor matancero nacido en La Habana. Buena parte de su producción lírica vio la luz en la prensa, de ahí que resulte necesaria la revisión de publicaciones como La Guirnalda, El Yumurí, La Aurora de Matanzas, Aurora del Yumurí —de esta fue redactor—, El Duende y Liceo de Matanzas, en todas ellas colaboró, si bien acostumbraba firmar algunas a veces con seudónimo, ya fuera el de Iñigo, o mediante sus iniciales I. M. de A. En 1845 publicó su cuaderno titulado "Delirios del Corazón". "Poesías Amatorias", que vio la luz en Matanzas y 13 años después su "Romance histórico y geográfico de la Isla de Cuba", que fue texto de lectura para las escuelas primarias gratuitas de la región de Matanzas. En su enjundiosa Evolución de la cultura cubana, José M. Carbonell y Rivero apunta: “Su poesía es elegante, correcta, sencilla, clara (…), posee personalidad, inspiración, naturalidad.” Hacia la mitad del siglo XIX fue Ignacio María de Acosta y Guerra un escritor muy conocido entre sus convecinos matanceros y hasta popularidad nos atreveríamos a decir que alcanzó, en particular a través de una de sus composiciones más leídas "El carretero y el eco", en que las últimas sílabas de cada estrofa son reproducidas por el eco. En el año de 1847 se estrenó una obra suya de teatro, en un acto, titulada "Un novel por protección". También colaboró en publicaciones habaneras como El Artista, Flores del Siglo, Revista de La Habana y con Emilio Blanchet —matancero, poeta y otro de los muchos olvidados— editó el Aguinaldo de Luisa Molina en 1856. Un tercer libro de Acosta y Guerra se incluye en su bibliografía, el titulado "Poesías", publicado póstumamente por una imprenta de Nueva York, en 1893, y que preparó su hermano. Ignacio María trabajó como profesor en varios colegios, fue cofundador y director del Colegio Matancero y también inspector de escuela en Matanzas. Años después se le nombró juez examinador para las oposiciones del Colegio Municipal, por lo que su mayor desempeño estuvo relacionado con el magisterio. Murió en Matanzas el 24 de diciembre de 1871 y una muestra de su obra aparece en la recopilación preparada y prologada por José Manuel Carbonell bajo el título "La poesía lírica en Cuba", publicada en varios tomos en 1928.




EL CARRETERO Y EL ECO
(Fragmentos)
En un pantano atascado
a orillas del Yumurí,
hecho estaba un renegado
el carretero Juan Prado,
Bravo como un cayarí.
Cual carretero de ley
juró como un condenado
al gritar desesperado:
¡Perla Fina, tesia buey!
Y de allá del otro lado
una voz le dijo : -(¡Ey !)
Mal rayo del Dios bendito
¿Quién demonios me llamó?
¿Qué quieres? Lo ves maldito,
ya el eje se me torció -(¡Sió!)
A callar a sus gallinas,
si las tiene o las robó.
¡Perla Fina, Tesia Buey!
¡A mí nadien me calló! -(¡Yo!)
Pues salga, salga al camino
si es tan cheche o es tan curro,
salga, salga al endino
y verá como lo aburro. -(¡Burro!)

Burro será usted, Atrevido,
insolente, deslenguado,
¡ven acá que se ha partido
el cuchillo que he comprado! -(¡Prado!)
...............

Murió el Poeta

Published by Ariesky Castillo under on 12:27




Hoy recibí la lamentable noticia de que el escritor Cintio Vitier, una de las más destacadas figuras de la intelectualidad cubana contemporánea, falleció ayer, 2 de octubre, en La Habana a los 88 años de edad. Poeta, narrador, crítico, investigador literario y profesor universitario, Vitier nació el 25 de septiembre de 1921 en Cayo Hueso, Florida, Estados Unidos, pero tenía la nacionalidad cubana. Cintio Vitier fue una de las grandes voces de la poesía latinoamericana contemporánea. Junto con José Lezama Lima, su fundador, Eliseo Diego, Octavio Smith, Julián Orbón, Cleva Solís y Fina García Marruz, con quien estaba casado desde 1947, formó el Grupo Orígenes, uno de los colectivos poéticos y culturales más sólidos que ha dado la cultura cubana. Vitier comenzó sus estudios en el colegio Froebel, fundado por su padre, Medardo Vitier, en Matanzas. En 1935 se trasladó a La Habana. Estudió en el colegio La Luz, donde conoció al poeta Eliseo Diego. Se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto de La Habana. Se graduó como doctor en Derecho Civil en la Universidad de La Habana en 1947, pero nunca ejerció la carrera. Cintio Vitier es un ejemplo singular de fidelidad a la escritura y la poesía, a través de las cuales ha ejercido un perdurable magisterio. A los 17 años publicó su primer poemario y desde entonces y hasta la aparición de Nupcias (1993) no dejó de frecuentar el género, en el que expresó con un lenguaje sin artificios sus convicciones y contradicciones: “La aridez y el amor/ tuvieron nupcias en mí”. Lo mejor de su poesía está recogido en Vísperas (1953), Testimonios (1968) y Antología Poética (1993). En esa larga búsqueda de sí mismo encuentra también un nuevo sentido de la solidaridad humana. Trabajó como profesor en la Escuela Normal para Maestros de La Habana y en la Universidad Central de las Villas. De 1962 a 1977 fue investigador literario en la Biblioteca Nacional José Martí. Dirigió la edición crítica de las Obras completas de Martí en el Centro de Estudios Martianos hasta 1987 y la edición crítica de Paradiso, de José Lezama Lima (Madrid, Colección Archivos, 1988). Traducido a varios idiomas. Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1988. Le ha sido conferido el Premio de Literatura Iberoamericana y del Caribe "Juan Rulfo" correspondiente al año 2002. Era el presidente del Centro de Estudios Martianos.

La Casa

Ah de mi casa, este navío a tumbos
siempre en el mismo sitio navegando
quién sabe hacia qué luces y qué rumbos,
anocheciendo, madre, navegando:
yo que te vi agrietada en los retumbos
de la tormenta, y que te oí aullando
quién sabe hacia qué luces y qué rumbos,
amaneciendo, madre, y navegando:
tálamo, cuna, tumba, lira, cerco,
estudio, cena, púrpura, ceniza,
infierno, paraíso, barco terco:
sé que nos llevarás en llanto o risa
hasta dejarnos en los fuertes brazos
que nos llaman -y tú, hecha pedazos.